Diario de Morelos

LAS REJAS NO MATAN, NOMÁS LA PRISIÓN

JOSÉ MANUEL PÉREZ DURÁN jmperezduran@hotmail.com

El problema no es de hoy, comenzó por allá de mediados o fines de los ochenta. Debió ser en la avenida Plan de Ayala donde las vinaterías mostraron las primeras rejas. De noche, para protegerse de los rateros que se llevaban las ventas y alguna botella “para celebrar”. De día no había mayores problemas. Siguieron las farmacias de guardia nocturna, las tiendas de barrio (las Oxxos de hoy) y otros negocios con manejo de efectivo. La llamada delincuencia menor empezó a volverse incontrolable, y las corporaciones policíacas a acusar incapacidad, cuando no complicidad. Así que los residentes de privadas se enrejaron, con o sin permiso del Ayuntamiento, convertida paulatinamente Cuernavaca en una ciudad con rejas, como prisión. Lo mismo ocurrió en Cuautla, Jiutepec, Temixco, Cuautla, Jojutla.

Y la gente que en la década de los setenta había vivido con las ventanas y las puertas abiertas exclamó: ¡a dónde hemos llegado!

Ni en la peor pesadilla se imaginó al Siglo XXI llegando con la guadaña del crimen organizado, sorprendidos los cuernavacenses el día que amaneció un racimo de cadáveres colgados del puente del libramiento de la autopista, y a poco vueltos común los cuerpos de ejecutados tirados en cualquier lugar, los ajustes de cuentas entre bandas rivales y más tarde los secuestros, las extorsiones por “derecho de piso” y emigraciones de familias víctimas de la delincuencia.

Colonias otrora tranquilas como Ocotepec, donde los usos y costumbres de la policía de rondas habían mantenido a raya a los delincuentes, se tornaron peligrosas. Y comunidades como Jojutla, la de la vieja costumbre de señoras y señores que por las noches conversaban sentados en sillas sacadas a las banquetas mientras los chamacos jugaban con la pelota, se convirtieron en pueblos vueltos rehén del crimen organizado donde las personas de bien no salen en las noches ni a la tienda de la esquina, por supuesto, enrejada. Los malos triunfaron sobre los buenos, y los maleantes que de vez en cuando son agarrados por las fuerzas de seguridad atestaron las cárceles.

En ese contexto fue natural que las personas de buen vivir sopesaran la opción de defenderse por sí mismas. Lo hicieron en alguna comunidad del municipio de Temoac y en colonias de Cuautla, organizados en comités de vigilancia buscando ser capacitados por la Comisión Nacional de Seguridad en acciones de prevención contra la delincuencia. Pero sólo quedó en un intento. No se trató de cuerpos de policías comunitarios iguales a los cuerpos vecinales de la Costa Chica de Guerrero que en un momento dado lograron que los índices delictivos descendieran hasta el 60 por ciento. No fue el caso de Cuautla y otras localidades de la zona oriente, sino de grupos de hombres sin armas que reportaban sospechosos a la policía. Compleja por múltiples razones (desempleo, pobreza, pérdida de valores morales, descomposición social…), la inseguridad no será resuelta por la polémica sobre la continuidad o la suspensión del modelo del mando coordinado a cargo de la Policía Estatal.

A todo esto, el policía de barrio no parecería una mala idea. Pero, ¿saben qué era el policía de barrio. Era el guardián pagado por el gobierno y asignado

Era el gendarme que, comisionado de fijo a un mismo punto, acababa siendo parte del paisaje. Conocía al vecindario y los vecinos a él, así que le era fácil reaccionar ante la intromisión de cualquier extraño y evitar asaltos callejeros y robos a domicilios. En las noches checaba que los candados y chapas de los negocios estuvieran bien cerrados, regañaba a los chamacos que se les hacía tarde jugando en la cuadra, sacaba de lo oscurito a las parejas de novios y hacía sonar su silbato cada tanto. Una estampa que en la zozobra de hoy se antoja romántica, y trae a cuento calles como la de Laurel en la colonia Jardines de Delicias donde ciertamente las rejas dan una sensación de seguridad a los vecinos, pero boquean el tránsito de personas y vehículos. Problemas, pues, que parecen no tener solución… (Me leen mañana).

Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabilidad del autor y no representan, necesariamente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.

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2023-06-01T07:00:00.0000000Z

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