LA RECONSTRUCCIÓN
CARLOS LAVÍN FIGUEROA carlos_lavin_mx@yahoo.com.mx
La iglesia de Cuernavaca hoy catedral, donde hasta la mitad del pasado siglo se encontraban y saludaban las familias oriundas; ha tenido cambios y agregados constructivos desde que se fundó a principios del siglo XVI y hasta este siglo XXI. En ese lapso se han ido agregando; el piso superior de su convento, las capillas laterales que dan forma de cruz a su planta, el coro y bautisterio, el frontispicio de la puerta “porciúncula” norte, se sustituyó la torre campanario por esta mayor. A inicios del siglo XX, a causa de daños por dos sismos que se dieron a finales del XIX se repuso el cuerpo original y más alto de su campanario. Ha sufrido también daños por media docena de fuertes temblores como el de 2017 con epicentro en Morelos, que aquí, por cercano, alcanzó categoría de terremoto. En ese año, se estaban concluyendo el mantenimiento y las reparaciones de toda la iglesia; quedaba flamante, ya se presumían las obras, y justo cuando apenas se retiraban los andamios sobrevino ese destructivo sismo. El gran deterioro fue en todo el edificio, acentuándose, como siempre en su torre. Los dos primeros cuerpos del campanario sufrieron agrietamientos mayores, de inmediato se les colocaron cinturones de acero que los abrazan para no desmoronarse, mismos que una vez consolidados le serán retirados.
Ese sismo fue aún más destructivo en el estado de Morelos que en el resto del país, dañando aquí, casi 250 edificaciones entre iglesias, capillas y conventos, algunos destruidos
parcialmente, de manera notoria en sus campanarios, muchos de estos de manera total, otros han tenido que ser demolidos por irreparables y por el peligro que representaban para la población, como es el caso del tercer cuerpo del campanario de la catedral.
La torre, base del campanario de tres cuerpos, construida hasta principios del siglo XVIII, sufrió resquebrajaduras internas en toda su estructura, las piedras que la conforman quedaron despegadas unas
de otras en su interior, al grado que se tuvo que taladrar en toda su fachada para inyectar cemento lechereado dándole consistencia por sesenta o setenta años más.
El último cuerpo del campanario -el más altode principios del siglo XVIII, era similar a los dos que lo sostienen, y cuando a finales del siglo XIX sufrió peligrosos daños por dos temblores, tuvo que ser demolido y reconstruido a principios del pasado siglo XX por donación
del comerciante Fermín Güemes, pero de manera distinta al original del siglo XVIII tal como lo habíamos visto hasta antes del terremoto pasado. En este reciente sismo también quedó sin posibilidad de poder repararse, por lo que fue demolido y más por el peligro que representaba, hoy está siendo rehecho totalmente con las técnicas mas avanzadas a nivel internacional, que para proponerlas, vinieron especialistas de la Unión Europea, concretamente de España e Italia a asesorar en las reparaciones de los edificios dañados en el país. Esas nuevas técnicas se están aplicando ahora para rehacer este más alto cuerpo del campanario, había dos opciones; apegadas a los tratados en materia de conservación a nivel internacional; la propuesta de los españoles consistía en reconstruirlo con materiales pétreos más livianos; y la otra, la de los italianos era rehacerlo con una estructura de madera, y fue esta por la que se decidió, al igual que sucedió con el torreón del Palacio de Cortés. Este solo cuerpo, pesaba más de sesenta toneladas, siendo el más alto, tuvo mayor una oscilación mayor durante el terremoto, provocándole daños al borde de su desplome. Ahora se rehace con maderas tratadas contra plagas, agua e incendios, será recubierto y quedará igual a su anterior; pesará solo tres y media toneladas, con lo que la carga sobre la torre se disminuye al mínimo lo mismo que el riesgo de ser dañado, será colocado sobre una plancha de acero anclada al campanario que le sirve de base, tendrá los mismos 16 metros de altura, que equivale a casi cinco pisos de una casa habitación, aunque desde abajo lo veamos mucho más pequeño. Estando escribiendo este artículo, el pasado jueves, en plena reconstrucción sobrevino otro temblor que, aunque cercano no pasó a mayores.
Y es justo mencionar que los trabajos de reparación y reconstrucción en esos casi 250 edificios solo en el Estado de Morelos, han sido arduos, suspendidos, en etapas y con contratiempos. La primera etapa, al agotarse los recursos de los seguros contratados se concluyó en el 2021. Desde ese año las obras se detuvieron por dos años y medio hasta octubre de este 2023, ya que el gobierno federal canceló el “Fondo para Desastres Naturales” -FONDEN- y aunque se dice y justifica que esos recursos se pasaron a la Secretaría de Hacienda y que estaban disponibles para las obras de reconstrucción, no los ha liberado -ahora tampoco para el desastre de Acapulco-. Son entonces, las compañías constructoras las que están financiando al gobierno federal en esta segunda etapa, con el evidente compromiso de pagarlas después, de lo que no da certidumbre, y más cuando este gobierno está por concluir.
El INAH es el organismo que da la cara ya que elabora los proyectos y supervisa las obras, pero no las hace, ni recibe los recursos ni los paga; las obras las ejecutan las compañías constructoras y hoy, a reserva de serles pagadas.
¡Hasta la Próxima!
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2023-12-09T08:00:00.0000000Z
2023-12-09T08:00:00.0000000Z
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